sábado, 8 de julio de 2017

ya no siento dolor,
así en presente,
sólo me siento dolida,
con las esquinas abolladas,
cansada
muy cansada


me pregunto si volverán a recuperar su forma angulosa,
estos huesos,
estas esquinas,
me pregunto si querrán volver a circular,
sin miedo,
yo no lo haría
y supongo que ellas tampoco
por eso,
ya no camino por las calles
buscando salvar a alguien de un tramo oscuro
sólo camino mirando los adoquines,
algún tendido eléctrico,
o esas ventanas,
estas esquinas,
estos huesos.

domingo, 25 de junio de 2017

destello espontáneo de memoria, maldito 
qué juego más sucio, no?
estar echando de menos a alguien y que pum te dejo ciego el flash 
de ese momento tan tan malo 
y pum
como lo que cae
estalla
ya no hay 
ningún tipo de añoranza
sólo desprecio
lo jodido, es cuando el sentido es inverso
como mi mano siempre cóncava
vacía 
esperando coger algo
un continuo estado que parece
superponerse a todo
incluso a mí, 
válgame la pena
esta pena que no siento y
que pum
destello maldito
ahí están: mis manos hundidas en tu pelo, tu respiración casi casi imperceptible, tu cuerpo balanceándose, como mecido por un sueño, es de noche, y la luz de la película que ninguno está viendo te vuelve azul, azul pastel, azul acuario, azul cueva de los verdes
y sientes que te miro
y me sorprendes con un: no estoy dormido 
y yo me río, y te sigo mirando ahora con las manos
y pum
maldito 
destello
maldita mano cóncava 
vacía
esperando coger algo
un continuo estado que parece 
superponerse a todo
incluso a mi 
pena. 

viernes, 23 de junio de 2017





a propósito,
he pensado
que los que roban
el calor de unas manos
están fríos por dentro

el tiempo,  si no lo sientes
es porque
el frío no se apaga
ni con agua
ni con manos
ni con otros cuerpos
y ese calor
que nos roban,
no les dura
se enfrían en tus manos
y toda esta tristeza,
es tuya,
y todo este calor
es mío
vive aquí
conmigo





domingo, 14 de mayo de 2017

he vuelto a estar triste, y ya no tengo a Milena.

estoy pensando en todo aquello que hice por espontaneidad y que alguien comenzó a hacer antes que yo; escribir esto, tal vez, nombrar a Milena. ¿A cuántos no nos habrá hecho daño? ¿ A cuántos no nos ha venido a la hora de escribir cualquier cosa, que nunca es ninguna hora, y quizás son todas, pero es esa espontaneidad inmersa, planeada, que otros antes que tú, y no puedes remediarlo, y alardeas de tu no-meditación y quizás seas un resultado de la ecuación de las cartas de Milena, y ahí estoy yo como el último eslabón, que por cierto, siempre es el que se rompe.
Estas últimas noches, he seguido triste otra vez, y estoy esforzándome notablemente por no estarlo, pero soy el último eslabón,  y quizás esto también sea el resultado de las cartas de Milena. Quizás es mi estado natural, y sólo es raro cuando estoy bien, bien a secas; ya no pienso tanto en eso, en nuestro tema oscuro, estoy aprendiendo a sacarlo de mis pensamiento, y casi casi. Pero sigo triste, aunque me esfuerzo, estoy caminando mucho, y siempre acabo en el mar, no importa de dónde salga, quizás también eso es el resultado, o una mera coincidencia anecdótica como si quisiera justificar esta tristeza y el mar fuera esa melancolía inaudita, lo irreprochable. Siempre me olvido del frío que hace en la playa, y la humedad que casi que ya traía de casa calada en los huesos, sé que dejaré de estar triste.


miércoles, 5 de abril de 2017

-sin duda alguna-

lo más difícil de escribir es empezar, pero supongo que lo mismo pasa con todo, con la vida, me refiero, a qué si no, vaya.  Siempre esforzándonos por entonar el primer hola, la primera conversación, la canción favorita, ese beso, las sábanas tibias, y luego de pronto, llevas una página escrita. Si no fuera porque, en la vida como en las páginas, todo de pronto, se esfuma, y lo que vino como el jable, se va, como el jable también, y así funciona,  a veces puedes seguir siendo duna, y otras eres los resquicios de lo que podrías haber sido pero no, mientras te esfumas ( ahora tú ) en alguna carretera que lleva a un pueblo sin asfalto, que te deja de necesitar. 

Pero la página sigue, y no es porque vayas mal de tinta, y te toca seguir escribiendo páginas que quieres arrugar y botar a algún rincón de tu quinta habitación que sigue cubierta de polvo, pero, las llenas, y unas casi se salvan y otras acaban ahí arrugadas, estorbando, sin sentido, y acaba el capítulo I, casi sin darte cuenta, y no por lo llevadero, sino por la ambigua atención que has prestado, como el niño que mira a la ventana y de pronto suena el timbre, esa atención, esa ventana. 

y vuelves a no saber cómo empezar, quieres presentarte,  quieres, empezar bien, como queriendo romper con la fatalidad de lo que ya fue y te decides y te envalentonas, y te empiezan a leer; 
-¡que sí, que te empiezan a leer, y varias personas!- 

y no es suficiente, porque has empezado a tasar lo que te rodea, sin darte cuenta. 

y ahora no sólo arrugas papeles y los botas, no, no sólo papeles.

y cada vez es más difícil que alguien te entusiasme, y lo asumes con cierto miedo. 

y acaba el capítulo, y vaya mierda. 

-¿y ese montón?- 

y sigues creyendo que no has escrito nada, porque en efecto, no has escrito na da. 

y aparece una página, que no es tuya y empieza bien, la lees y empieza bien, y te lee y se le arrugan las hojas pero porque, sí, porque ¿es eso una sonrisa?

y acabas el capítulo, y por un momento has dejado de escribir, y tocas los acordes de una triste canción de jazz, aunque este momento no tenga nada de triste, y no sé creo que este capítulo era felicidad, y como si fuera un presagio 

te arrugan 
te botan 
en la esquina
de su quinta habitación 
que sigue cubierta de polvo
y tocas los acordes de una triste canción de jazz

lunes, 27 de marzo de 2017

por si la isla no flota

por si la marea sube y se lleva la playa

por si esta arena se convierte en montaña

por si este acento se me olvida volviendo

por si me sorprenden llamándome tía las hijas de mis hermanas

por si el pino del jardín cae  mañana

por si mi pelo deja de ser terracota al alba

por si el atlántico se amansa

escuchando que

no recuerdo dónde está
mi casa

( ... )



viernes, 17 de marzo de 2017

ojo morochos

siempre estoy como buscando algo, que no encuentro y qué tampoco sé que es, 
a veces, siento que lo tengo, 
pero pasa el momento, 
y dudo de si lo era, 
y dudo de si lo tenía, 
porque no sé si era, 
porque no sé si lo tenía

eso que estoy buscando, que no encuentro, y qué tampoco sé que es, 

y supongo que ese podría ser el problema, que no sé identificar lo que me pasa, 
quién me pasa, 
qué me pasa, 
cuándo me pasa, 

y cuando por fin lo entiendo, 
ha cruzado la esquina, 
ya no lo veo caminando, 
estoy abriendo la puerta de mi casa, 
han pasado los días,

y supongo que ese podría ser el problema, 
que subo las escaleras pensando en si era, 
que giro la llave pensando en si lo tenía, 
que me meto en la cama, 
que me acurruco, 
y lo veo, 
lo veo a mi lado, 
y es, 
y lo tengo, 

pero ha cruzado la esquina, 
ya no lo veo caminando, 
estoy abriendo la puerta de mi casa, 

han pasado los días.