domingo, 14 de mayo de 2017

he vuelto a estar triste, y ya no tengo a Milena.

estoy pensando en todo aquello que hice por espontaneidad y que alguien comenzó a hacer antes que yo; escribir esto, tal vez, nombrar a Milena. ¿A cuántos no nos habrá hecho daño? ¿ A cuántos no nos ha venido a la hora de escribir cualquier cosa, que nunca es ninguna hora, y quizás son todas, pero es esa espontaneidad inmersa, planeada, que otros antes que tú, y no puedes remediarlo, y alardeas de tu no-meditación y quizás seas un resultado de la ecuación de las cartas de Milena, y ahí estoy yo como el último eslabón, que por cierto, siempre es el que se rompe.
Estas últimas noches, he seguido triste otra vez, y estoy esforzándome notablemente por no estarlo, pero soy el último eslabón,  y quizás esto también sea el resultado de las cartas de Milena. Quizás es mi estado natural, y sólo es raro cuando estoy bien, bien a secas; ya no pienso tanto en eso, en nuestro tema oscuro, estoy aprendiendo a sacarlo de mis pensamiento, y casi casi. Pero sigo triste, aunque me esfuerzo, estoy caminando mucho, y siempre acabo en el mar, no importa de dónde salga, quizás también eso es el resultado, o una mera coincidencia anecdótica como si quisiera justificar esta tristeza y el mar fuera esa melancolía inaudita, lo irreprochable. Siempre me olvido del frío que hace en la playa, y la humedad que casi que ya traía de casa calada en los huesos, sé que dejaré de estar triste.