sábado, 3 de diciembre de 2016


tú, intruso.
intruso porque parece que no quieres irte
aunque yo no te diga que te quedes
aunque yo no te diga que te vayas.
tú, intruso.
que has venido a desordenarme la casa,
esa que he olvidado donde está
y que tú encuentras cuando hablas
del mar,
de un bosque,
de las luces de una calle,
una calle,
no hablo de todas,
tampoco de una en concreto,
hablo de esa calle,
de las que hablas tú,
que siempre es la misma,
aunque no sepa dónde está.
tú, intruso.
que tienes los lunares en los dedos,
y no en el pecho,
creo que tiene algo que ver,
eso de que seas artista,
que no todas las constelaciones
tienen raíces en costillas,
y lo verifican tus dedos,
mapas de estrellas,
y tal vez lunas,
algún que otro planeta,
por qué no.
tú, intruso.
vete,
cuando quieras,
pero ni se te ocurra avisar,
que no tengo los pasos grandes,
para poder o querer o intentar,
que te quedes,
tú, inquilino.

jueves, 10 de noviembre de 2016

sábado, 7 de mayo de 2016

El intruso ha vuelto.

creo que se ha mudado a mi cabeza, no me quiero encariñar demasiado

y ya huele a café para dos, porque sí, el café para dos huele distinto, a tostado, a menos sueños. 

ha vuelto con sus imperativos ofensivos y sus postales sin fotografías, de esas que esperas que tengan algo bonito escrito, pero no, sólo el sello. Y qué ganas de llorar. 

Todas estas ganas de llorar. 
El intruso ha vuelto. 

debo de ser su lado de la mesa, la que rechina al tambalearse,  como el descorchar de una botella, esperando siempre el cristal roto. 

 Y qué manía le he cogido, a estos días contigo, intruso. 

Vienes, me haces sal y me dejas con todas estas postales, ¿qué será de estas postales? 
(...) el simple pensar que no deslizarán sus dedos sobre ella, con cariño, con amarga nostalgia, con un brote de felicidad consumada,  al entrar por la puerta, y verlas allí,  reclinadas en la mesita del recibidor, junto a esas flores:  oh, las flores. 

Y toda esta tristeza.